Llevo más de cinco años tatuando, pero mi historia con la tinta empezó mucho antes. Siempre me fascinó la idea de marcar la piel de alguien para siempre, de contar historias a través del arte. No tuve un maestro ni fui a una escuela de tatuaje; aprendí por mi cuenta, con práctica, paciencia y muchas ganas. Cuando algo te apasiona de verdad, no esperas a que te lo enseñen: lo buscas, lo pruebas y lo vives. 

Para mí, tatuar es mucho más que un trabajo, es una conexión. Cada pieza que hago es única porque no es solo un diseño, es la historia de la persona que lo lleva. No me imagino haciendo otra cosa. Este oficio me permite crear, conocer gente increíble y dejar una huella (literalmente). Para mí, tatuar no es solo dibujar sobre la piel, es contar historias con tinta. 

Si tienes una historia que quieras llevar contigo para siempre, estaré encantada de hacerla realidad.  

¡Nos vemos en el estudio!